miércoles, 29 de julio de 2009

"Rojo alma, negro sombra" en QuéLeer


Milo J. Krmpotic' firma hoy el artículo en la web de QuéLeer "Títulos que no deberíamos haber olvidado (2)", en el que se incluye este fragmento:

Rojo alma, negro sombra parte de un esquema bastante tradicional en el mundo de la novela de terror: un prólogo que quita el hipo y tres o cuatro personajes cuyas líneas argumentales están condenadas a encontrarse a fin de ofrecernos la explicación de lo sucedido en las primeras páginas. Tenemos a un hombre que ha regresado de la muerte con las facultades motrices mermadas pero con la capacidad de ver sombras del pasado. A una mujer separada que huye de su violento ex marido. A un adolescente extraordinariamente dotado para la pintura… Y entre ellos se va tejiendo una red de sucesos que van de lo inquietante a lo sencillamente perturbador, de atmósferas francamente bien definidas y un rigor narrativo que harían bien en conocer aquellos que tan a menudo denostan la novela de género.

La comparación con Elia Barceló que Krmpotic hace al final del artículo me ha dejado definitivamente sin palabras. Sólo una: gracias.

miércoles, 22 de julio de 2009

"Rojo alma, negro sombra" en El Periódico


Ricard Ruiz Garzón firma la reseña publicada hoy en El Periódico de Catalunya, con motivo del Premio Celsius, junto con la novela de David Torres ganadora del Premio Hammett. Sólo he leído un libro de David Torres —El gran silencio— y me pareció magistral, así que me siento en muy buena compañía.

Este es un fragmento de la reseña de Ruiz Garzón:

Rojo alma, negro sombra es una historia de aparecidos en la que espejos, avispas, excavadoras y cazadores de tormentas se alían en busca de un final redentor. Elaborada con una madurez insólita para una segunda novela, la obra obligará a seguir de cerca la carrera de Martínez Biurrun; su originalidad, su excepcional trabajo de temores y sentimientos (ojo a su visión de los Beatles) y el bordón del Celsius así lo reclaman.

lunes, 20 de julio de 2009

Premio Celsius 2009



¿Qué puedo decir? Mi primera Semana Negra de Gijón no pudo empezar de forma más increíble: Rojo alma, negro sombra mereció el Premio Celsius 232 a la mejor novela de Fantasía o ciencia ficción de 2009, se puede decir que contra todo pronóstico. Como demuestra esta fotografía, Félix J. Palma resistió los impulsos de estrangularme. Eché de menos cruzarme con Jon Bilbao, Rodolfo Martínez y la gente del AsturCon... Otra vez será.

Sé que ahora debería escribir una crónica de mis cuatro días en la Semana, pero... cualquiera que haya participado sabe lo agotadora que es. Todavía estoy aterrizando. Sólo decir que he conocido a una gente de una calidad impresionante y que les estoy a todos inmensamente agradecido.

domingo, 5 de julio de 2009

Literatura giratoria



La búsqueda de algo decente para leer en los sitios de playa suele ser un trance tan dificultoso como revelador. Reconozco, eso sí, que cuando llevo chancletas mi nivel de exigencia literaria se adapta mágicamente a la oferta de las torres giratorias de bestsellers que pueblan los quioscos playeros, apretadas junto a los botes de bronceadores y las colchonetas con formas de animales. En todo caso, la experiencia sirve para saber a ciencia cierta qué es lo que se vende de verdad, en la línea de frente, más allá de rankings y listados oficiales. Hasta que tu libro no aparezca en uno de esos stands chirriantes por el óxido de la brisa marina, sabrás que no has triunfado de verdad.
En los últimos diez días he empezado cuatro libros, he abandonado tres y he terminado uno. Lo intenté con Los hombres que no amaban a las mujeres, pero tanta información sobre chanchullos empresariales me aburrió sin remedio antes de conocer a la famosa Lisbeth. Lo intenté con La soledad de los números primos, y envidié mucho la sensibilidad del odiosamente joven autor, pero siempre que leo una historia de adolescentes con traumas de integración espero que el protagonista liquide a todos en el último capítulo utilizando sus poderes telekinéticos. Y me temo que Giordano no va por ahí, así que me ahorré la decepción. Me llevé una gran alegría al encontrar Tokio blues de Murakami en la estantería giratoria de un remoto supermercado, pero al cabo de cien páginas ya estuvo claro que aquellos muchachos no iban a hacer nada más interesante que hablar y hablar, así que me quedé sin fuerzas para seguir leyendo.
Entonces... ¿cuál fue el afortunado libro que devoré de principio a fin, entre piscina y playa, desayuno y merienda, entre risas y sacudidas de cabeza? Pues Alarido de Dios, de José Miguel Vilar-Bou, cuya reseña ya tengo escrita y aparecerá por aquí o por otro sitio cercano muy pronto.
La trampa, por supuesto, es que me llevé el libro de Madrid. Muy a mi pesar, los tentáculos de Equipo Sirius no llegan hasta los puestos de prensa a pie de playa, ni se les espera. Ojalá me equivoque.

Una fantástica noticia alivia mi depresión post-vacacional cuando abro mi correo de regreso: he sido elegido finalista junto con Marc R. Soto, Félix J. Palma y Jon Bilbao (otra vez) para el premio Xatafi-Cyberdark a la mejor novela por Rojo alma, negro sombra. Enhorabuena a mis compañeros y muchas gracias a los seleccionadores.