jueves, 31 de diciembre de 2009

"La puerta de los infiernos", de Laurent Gaudé




"¡Devuélveme a mi hijo, Matteo! ¡Devuélvemelo o, si no puedes, dame al menos a quien lo mató!".

No existe un argumento más dramático, ni cabe una motivación más poderosa para un personaje que los que presenta esta novela de Laurent Gaudé: vengar el asesinato de un hijo, descender a los infiernos para recuperarlo si es necesario. ¿Qué no estaría dispuesto a hacer Matteo De Nittis, un humilde taxista de Nápoles, por mitigar su dolor y el de su mujer, por borrar el momento en que su pequeño Pippo cayó fortuitamente abatido en medio de un tiroteo callejero? La puerta de los infiernos cuenta la historia de un duelo, el de la pérdida de un hijo, que es posiblemente el duelo más insufrible que puede imaginarse, y quizá por eso Gaudé ha decidido facilitar el trago al lector con una prosa esquemática, martilleante y limpia, tan segmentada en breves capítulos que la mano nunca abandona la esquina de la página.

Además de la pérdida, los temas que laten en este drama orfeico son tan poderosos como la justificación de la venganza o la determinación de dónde se encuentra la auténtica valentía. Matteo se ve cuestionado como hombre y como padre por partida triple: por no haber podido evitar la muerte de su hijo, por no ser capaz de vengarlo y por no hacer todo lo posible para traerlo de vuelta. Pero será Giuliana, su mujer, quien ceda la mayor derrota en esta historia, primero ante el odio indiscriminado y después ante el olvido.

La novela está contada en dos niveles temporales, el de la muerte de Pippo en 1980 y el momento de la venganza en 2002. Si digo que el ejecutor de esta venganza es el propio Pippo no estoy desvelando nada, puesto que la narración arranca en primera persona y con todas las cartas boca arriba. Desde el primer momento se nos avisa de que tenemos por delante una historia que romperá las barreras entre la vida y la muerte.

Pero, ¿estamos ante una novela fantástica? Efectivamente, el descenso de Matteo a los infiernos es un descenso literal y explícito, con sus criptas, sus puertas de bronce, sus almas en pena, sus paisajes devastados y sus sombras aulladoras. Pero hay algo radicalmente teatral en todo el viaje y su ambientación, una premeditada sensación de cartón piedra, de atrezzo, casi nos parece ver las cuerdas de las que cuelgan los espectros, la tramoya detrás del texto. Y no solo sucede con la puesta en escena sino también con los personajes secundarios (una autentica galería de arquetipos) y con los diálogos. Este es un libro donde los protagonistas (particularmente Giuliana, en su sarta de maldiciones, y el propio Pippo, al final) se plantan para soltar largos monólogos y casi se puede escuchar el resonar de sus voces por el anfiteatro. La inspiración de tragedia clásica es evidente en todo momento del relato, y no sorprende descubrir la condición de dramaturgo en la solapa biográfica del autor.

A pesar del esquematismo narrativo y de esta sensación constante de tramoya, la historia de Matteo y Pippo ha llegado a conmoverme. Uno termina con la sensación de que el lenguaje empleado por Gaudé era exactamente el adecuado para contar esta historia, de que hubiera sido imposible hacerlo desde un estilo hiperrealista, de que cualquier otro autor se habría perdido en estos infiernos de dolor y fantasmas y que Gaudé es capaz de estremecernos con solo mostrarnos el mapa de su ubicación.

En todo caso, una lectura recomendable.


jueves, 10 de diciembre de 2009

3 días





Seguimos con el género apocalíptico hecho aquí. En este caso, una recomendación para el alquiler en DVD.

3 días es una pequeña película realizada en 2008 que pasó discretamente por las carteleras pero obtuvo cierto respaldo de premios y crítica. Fue dirigida y co-escrita por F. Javier Gutiérrez, producida por Antonio Banderas y Antonio Pérez, y protagonizada por Víctor Clavijo y Eduard Fernández.

La premisa es sencilla: la televisión informa de que un asteroide va a impactar en la Tierra al cabo de tres días y no existe ninguna esperanza de supervivencia. En un pueblo remoto de Andalucía, Ale y su anciana madre comparten la alarma y la desesperación generales, pero añaden además una preocupación particular: temen que cierto personaje oscuro del pasado, el Soro, regrese al pueblo aprovechando el caos, para cumplir una vieja amenaza y acabar con toda la familia. Desde ese momento, Ale se convierte a regañadientes en el único protector de los niños, con los que se refugia en una casa del campo. La llegada de un desconocido que afirma llamarse Lucio desencadenará los acontecimientos...

A diferencia del libro de mi última reseña, donde el hecho fantástico estaba íntimamente entrelazado con el desarrollo de los personajes y la acción, aquí la premisa fantástica (catastrófica, en todo caso) sólo es un marco narrativo, casi un paréntesis que permite sacar a este reducido grupo de personajes de su vida ordinaria durante tres días para enfrentarlos con una siniestra figura de su pasado. Es decir, el meteorito podría ser sustituido por una bomba nuclear, un apagón o una invasión extraterrestre.

La idea del bandido/asesino que está a punto de llegar al pueblo alude directamente al género del western, sensación reforzada además por la ambientación y la fotografía. La narración es estrictamente lineal, previsible en demasiados momentos. De hecho uno de los principales reproches que se puede hacer a este guión es la ausencia de intriga en uno de sus principales giros: la llegada de Lucio. No se juega al misterio sobre la identidad de este personaje y, quizá por culpa de esa inspiración en el esquema del western, el duelo entre los dos protagonistas se reduce a un enfrentamiento netamente físico, apenas psicológico, por más que Clavijo haga lo posible por dotar al personaje de profundas angustias y resonancias dolorosas.

Aunque visualmente el film es atractivo e impactante, cansa un poco la obsesión por dejar claro que estamos en los años setenta, recurriendo a todo tipo de props, canciones e iconos de la época: ¿realmente es necesario mostrar a Eduard Fernández rebobinando casetes Basf con un boli Bic? (Sí, ya sé que es una tontería de crítica, pero no me resisto)

No voy a decir cómo termina, por supuesto. Pero este es un tema que me fascina; sería muy interesante hacer un listado con todos los finales de historias apocalípticas de los últimos años, tanto literarias como cinematográficas, y ver cuántas de ellas han dado con una solución satisfactoria para el lector/espectador. Porque me parece casi imposible. Está claro que, en un contexto en el que el mundo se ve abocado al final, la única epifanía que cabe se encuentra en la cabeza de los personajes: hacer las paces con su pasado, con su familia, con sus demonios, etc, etc. Eso, o montamos a Bruce Willis en una nave espacial y salvamos al planeta en el último segundo.

En fin, me temo que en esta película no tenemos a Bruce Willis. Pero tenemos a un puñado de actores nacionales que no están nada mal, un guión no brillante pero con buen pulso, y un director con buenas ideas al que habrá que seguir la pista.

Recomendable para sufrir/disfrutar un rato y ver que existe más cine español del que pensábamos. Podéis ver el trailer aquí.