¿En qué consiste el trabajo de un editor? Según la RAE: "Adaptar un texto a las normas de estilo de una publicación". Según Gordon Lish: "Cortar, cortar y cortar aún más".
Ya sabíamos que el nacimiento del minimalismo (o realismo sucio) debía mucho al trabajo de comadrona de Gordon Lish, editor de Knopf y de la revista Esquire por los años setenta, quien no se andaba con remilgos a la hora de meter mano a los textos del ahora mítico e intocable Raymond Carver, entre otros.
El año que viene todos podremos comprobar qué nos perdimos (o ganamos) de los textos originales de Carver, gracias a que Anagrama reeditará su primera colección bajo el título Los principiantes, que era como se titulaba antes de que Lish decidiera rebautizarlo como De qué hablamos cuando hablamos de amor.
Pero hay unos cuantos que ya se han adelantado, han leído todos los textos y han hecho la comparación, ahorrándonos el trabajo. Por ejemplo, el escritor Alessandro Baricco, que dejó el testimonio de su estupefacción en este
fantástico artículo. No dejéis de leerlo, no tiene pérdida.
Pero he encontrado un texto todavía mejor. Impagable. Digno de imprimirse y colgarse encima del ordenador para que no sucumbamos a nuestro ego y recordemos que no existe una profesión más potencialmente frustrante y castradora que la de escribir. Gracias a un comentario del blog
La nave de los locos he descubierto este documento en el que alguien se ha tomado la molestia de reproducir gráficamente las correcciones de Gordon Lish sobre uno de aquellos primeros relatos de Carver.
Haced click
aquí, y exclamad conmigo: ¡Aaaaaah, qué dolor!
No es solo que Lish haya eliminado párrafos (hasta un tercio del cuento), cambiado los nombres a los personajes (¿por qué Mel es mejor que Herb?) y añadido frases y diálogos de su propia cosecha. Es que además ha cambiado el final completo, y donde los personajes se echaban a llorar desconsolada y patéticamente entre confesiones desgarradas, ahora solo hay silencios y contención, miradas perdidas en el vacío, desolación ártica.
Ahora resulta que Carver, el paradigma de la contención y el minimalismo, el de las relaciones gélidas y los personajes impenetrables, en realidad era un sentimental. Eso antes de que Lish le metiera la tijera, claro. Llevándose todas las lágrimas, todas las voluptuosidades, toda la verborrea excesiva. Todo lo humano.
Entonces, ¿se puede decir que Lish alteró la esencia de Carver al modificar de una forma tan drástica su estilo y su forma? Posiblemente no. Posiblemente no debamos pensar en Lish y Carver como verdugo y víctima, sino sencillamente como un equipo. La simbiosis perfecta escritor-editor. Unidos por la causa de lograr el relato perfecto. Y lo lograron. El éxito de su empresa común está acreditado: la influencia de Carver/Lish ha sido decisiva en el desarrollo de toda la narrativa actual, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Todos hemos tenido nuestro momento Carver, al menos como lectores. Y la automutilación minimalista es un ejercicio obligado para cualquiera que pretenda progresar como escritor. Como decía William Goldman, tienes que aprender a "matar a tus queridas".
Pero que venga el editor y las mate por ti, a limpio tijeretazo... Eso tiene que doler.