lunes, 25 de mayo de 2009

Eluveitie


Reescribiendo... 

A veces reescribir trae momentos de satisfacción casi mesiánica. Por ejemplo, hoy. He logrado resucitar un capítulo que estaba muerto. Hallelujah!

Y lo celebro con esta canción de Eluveitie, la que sonaba mientras ocurría el milagro.

Mira por dónde, la mía es una historia de mujeres vestidas de negro y pájaros peligrosos...




viernes, 15 de mayo de 2009

Las tijeras de Gordon Lish



¿En qué consiste el trabajo de un editor? Según la RAE: "Adaptar un texto a las normas de estilo de una publicación". Según Gordon Lish: "Cortar, cortar y cortar aún más".

Ya sabíamos que el nacimiento del minimalismo (o realismo sucio) debía mucho al trabajo de comadrona de Gordon Lish, editor de Knopf y de la revista Esquire por los años setenta, quien no se andaba con remilgos a la hora de meter mano a los textos del ahora mítico e intocable Raymond Carver, entre otros.

El año que viene todos podremos comprobar qué nos perdimos (o ganamos) de los textos originales de Carver, gracias a que Anagrama reeditará su primera colección bajo el título Los principiantes, que era como se titulaba antes de que Lish decidiera rebautizarlo como De qué hablamos cuando hablamos de amor

Pero hay unos cuantos que ya se han adelantado, han leído todos los textos y han hecho la comparación, ahorrándonos el trabajo. Por ejemplo, el escritor Alessandro Baricco, que dejó el testimonio de su estupefacción en este fantástico artículo. No dejéis de leerlo, no tiene pérdida. 

Pero he encontrado un texto todavía mejor. Impagable. Digno de imprimirse y colgarse encima del ordenador para que no sucumbamos a nuestro ego y recordemos que no existe una profesión más potencialmente frustrante y castradora que la de escribir. Gracias a un comentario del blog La nave de los locos he descubierto este documento en el que alguien se ha tomado la molestia de reproducir gráficamente las correcciones de Gordon Lish sobre uno de aquellos primeros relatos de Carver.

Haced click aquí, y exclamad conmigo: ¡Aaaaaah, qué dolor!

No es solo que Lish haya eliminado párrafos (hasta un tercio del cuento), cambiado los nombres a los personajes (¿por qué Mel es mejor que Herb?) y añadido frases y diálogos de su propia cosecha. Es que además ha cambiado el final completo, y donde los personajes se echaban a llorar desconsolada y patéticamente entre confesiones desgarradas, ahora solo hay silencios y contención, miradas perdidas en el vacío, desolación ártica.

Ahora resulta que Carver, el paradigma de la contención y el minimalismo, el de las relaciones gélidas y los personajes impenetrables, en realidad era un sentimental. Eso antes de que Lish le metiera la tijera, claro. Llevándose todas las lágrimas, todas las voluptuosidades, toda la verborrea excesiva. Todo lo humano.

Entonces, ¿se puede decir que Lish alteró la esencia de Carver al modificar de una forma tan drástica su estilo y su forma? Posiblemente no. Posiblemente no debamos pensar en Lish y Carver como verdugo y víctima, sino sencillamente como un equipo. La simbiosis perfecta escritor-editor. Unidos por la causa de lograr el relato perfecto. Y lo lograron. El éxito de su empresa común está acreditado: la influencia de Carver/Lish ha sido decisiva en el desarrollo de toda la narrativa actual, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Todos hemos tenido nuestro momento Carver, al menos como lectores. Y la automutilación minimalista es un ejercicio obligado para cualquiera que pretenda progresar como escritor. Como decía William Goldman, tienes que aprender a "matar a tus queridas".

Pero que venga el editor y las mate por ti, a limpio tijeretazo... Eso tiene que doler.

martes, 12 de mayo de 2009

"Rojo alma, negro sombra" en Literatura Fantástica


Más que generosa la reseña de Rojo alma, negro sombra firmada por Mariano Villarreal en el portal especializado Literatura Fantástica. No puedo añadir nada más que mi agradecimiento.

También aquí podéis disfrutar de su estupenda reseña sobre El hermano de las moscas, de Jon Bilbao, que yo suscribo hasta la última coma, y otra de El mapa del tiempo, de Félix J. Palma, novela magna que todavía no he podido leer.

La literatura fantástica nacional existe. Y hay quien opina que vale la pena.

viernes, 1 de mayo de 2009

Crisol se ahoga


Todos los domingos, a eso de las doce, dejo a mi hijo mayor en la clase de natación y aprovecho esa media hora libre para escaparme a la librería Crisol de la cercana calle López de Hoyos. No siempre compro, pero me encanta merodear por sus mesas y estanterías viendo qué hay de nuevo o de viejo, mientras escucho la música que ronronea por los altavoces, casi siempre Fito y los Fitipaldis porque ése debe de ser el grupo favorito del encargado en el turno de los domingos por la mañana. Los dependientes de Crisol no te agobian preguntándote qué buscas pero son amables cuando vas tú a explicarles lo que buscas, como debe ser. Si no fuera por el gorila uniformado que me mira de reojo con su estúpida cara de "te tengo calado", diría que esa media hora que paso entre los pasillos de Crisol me produce una paz espiritual equiparable a la de cualquier servicio religioso dominical. El último día me compré V, de Thomas Pynchon, y salí tan campante por la puerta acristalada. Como diría Stephen King para terminar uno de sus capítulos: Lo que yo no sabía era que nunca más volvería a poner mis pies en aquella tienda.

Santillana ha cerrado Crisol. Ayer salió en la prensa. ¿He dicho prensa? La prensa se acabó, los periódicos son un producto del pasado, como dice Cebrián. A partir de ahora todo será digital. Lástima que los márgenes de beneficio en Internet sean mucho menores y que por tanto resultará "imposible pagar bien la mano de obra intelectual", según el magnate de Prisa.

Y lástima que los intelectuales tengan sistema digestivo (hay que darles de comer) y reproductor (hay que dar de comer a sus hijos) como el resto de la mano de obra.

Los grupos de rock pueden dar conciertos. Los escritores pueden... ¿hacer lecturas? ¿dar conferencias? ¿ser jurados de concursos literarios? Hum, mal panorama.

Las causas oficiales del cierre de Crisol son: "la desaceleración económica actual, la casi desaparición del negocio tradicional de música y vídeo, y la permanente caída del consumo". Otros opinan que lo único que se oculta detrás de esta decisión es una malísima gestión empresarial. Lo cierto es que yo siempre he visto gente comprando en la tienda Crisol de López de Hoyos. Hace tiempo que los discos y las películas quedaron relegados a un rincón insignificante y absurdo (¿quién paga 21 euros por un CD hoy día?), eso es cierto, pero me cuesta creer que las cuentas no les salgan en la sección de librería. No me lo creo.

En fin, me queda el consuelo de haber tropezado con esta joya de Thomas Pynchon en mi última visita al Crisol. Dudo mucho que lo encontrase en un VIPS o en un Alcampo.

Un fragmento del libro, al azar:

Raspó la barbilla contra el micro del teléfono, haciendo sonidos rechinantes con la barba de tres días. Pensó que en todo el camino hacia el norte, a lo largo de los ochocientos kilómetros de longitud del cable telefónico subterráneo, tenía que haber lombrices de tierra, ciegos gnomos y seres por el estilo, que estarían escuchando. Los gnomos saben un montón de magia: ¿podrían cambiar las palabras, hacer imitaciones vocales?

Qué maravilla.

Así que los próximos domingos, mientras mi hijo aprende a nadar, no saldré corriendo por las callejuelas transversales en dirección al Crisol de López de Hoyos, sino que me repatingaré en cualquier banco con mis quinientas páginas de Pynchon y trataré de leer sin pensar en lo que dice un amigo mío, que por cierto también escribe: que la literatura sólo va a darnos una vida de mierda. Que mejor hacerse profesor de natación, por ejemplo. De momento no existen las piscinas virtuales.