viernes, 24 de abril de 2009

Marsé, Woody Allen y los bistecs


Como se han hecho eco todos los medios del país, Juan Marsé citó ayer a Woody Allen para defender el realismo literario en su discurso de aceptación del Premio Cervantes. Dijo:

Y el realismo, además de una sensata manera de ver las cosas, es una corriente literaria muy nuestra, y que aún goza de un sólido prestigio, pese a los embates de la caprichosa modistería. En fin, no quiero instalarme en la identidad cultural para dar lecciones a nadie, y tampoco pretendo hacer aquí una defensa excesiva del realismo. Pero, como dijo Woody Allen en una de sus buenas películas, el realismo es el único lugar donde puedes adquirir un buen bistec. 

La cita que menciona de Allen es muy conocida, aunque no es exacta. La frase no pertenece a una película sino a un cuento titulado Los condenados (Perfiles, Tusquets), y hace referencia a las tribulaciones existenciales de un preso condenado a muerte llamado Cloquet. La frase dice: "Cloquet odiaba la realidad, pero se daba cuenta de que era el único lugar donde encontrar un buen bistec".

Lo del realismo es una pequeña licencia de Marsé para llevarlo a su terreno, por supuesto. Pero es imposible no perdonarle la trampa y no ponerse de su lado cuando más adelante en su discurso confiesa:

Porque yo soy ante todo un lector de ficciones, un amante incondicional de la fabulación. Tan adicto soy a la ficción, que a veces pienso que solamente la parte inventada, la dimensión de lo irreal o imaginado en nuestra obra, será capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a través del tiempo.

Una excesiva dosis de realidad puede resultar indigesta, incluso para un adicto a la realidad y al bistec como Sancho y como yo. Se trataría de ser algo más lanzados en esta cuestión, un poco locos, y admitir la posibilidad de que lo inventado puede tener más peso y solvencia que lo real, más vida propia y más sentido, y en consecuencia, más posibilidades de pervivencia frente al olvido. Como nos enseñó don Quijote.


Nada que objetar, entonces. Aplausos y felicitaciones al maestro del realismo Juan Marsé.

Tan solo añadir que en la fantasía (dejemos correr eso de "caprichosa modistería", qué más quisiéramos algunos que estar de moda) también se encuentran de vez en cuando hermosos y sabrosísimos bistecs. Y además éstos no engordan.

3 comentarios:

  1. Ya sabrán que existimos.
    Antes veía fantasía y realismo como puros antagonistas. Mundos incompatibles y contrapuestos, pero ¿por qué?

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  2. La tradición pesa. En lo más profundo de la esencia hispánica está el cachondearse de lo fantástico, aceptarlo sólo como burla o parodia, por eso muchos piensan que para que te tomen en serio debes escribir de la forma más realista.
    Eso cambiará. O no. En todo caso, uno no tiene más remedio que escribir lo que le pide el cuerpo.

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