domingo, 16 de noviembre de 2008

La memoria del tiburón, de Steven Hall



Me pone de los nervios. Sale un libro bien escrito, increíblemente original, que roza la genialidad como La memoria del tiburón (Salamandra) y empiezan a caerle pedradas (las más gordas desde el fandom) sólo por el hecho de que viene acompañado por una gran campaña publicitaria y una poderosa maquinaria de distribución. Porque es un best-seller, vamos. ¿Detecto algo de envidia picajosilla, quizá?

No sabía qué demonios era eso de la literatura ergódica hasta que he leído alguna crítica de este libro. Consiste en que el lector participe interactivamente y tal; como aquello de Elige tu aventura, pero dicho en griego. Bueno, pues es verdad que La memoria del tiburón incluye algunos juegos visuales (dibujos hechos con la tipografía, una pequeña animación página-página) que seguro que entusiasmaron al editor en su momento y que potencian esa imagen de literatura lúdica que tanto detestan los críticos (y yo). Pero el libro es mucho más que eso, y quien no quiera verlo, sencillamente demuestra que no es capaz de saltar por encima de sus propios prejuicios.

Eso sí: se puede reprochar al editor su gran desfachatez a la hora de mencionar referencias ilustres y popularísimas en la cubierta del libro: Murakami, Auster, Moby Dick, Palahniuk, Carver, Calvino, Matrix, Tiburón... Cuando lees el libro entiendes por qué se menciona cada uno de esos nombres, pero la sensación inicial es de eslógan pastiche y vocinglero. Yo compré el libro a pesar de su contraportada, no gracias a ella precisamente.

Steven Hall ha sido muy pretencioso con su primera novela, las cosas como son. Pero, ¿qué puedo decir? Me encanta la gente pretenciosa con talento. Ha construido una novela de cuatrocientas páginas sobre una idea que a priori parece anecdótica, insostenible: la existencia de los llamados peces conceptuales, y en concreto de uno que anda detrás de nuestro protagonista para robarle los pocos recuerdos que le quedan. Toda la aventura funciona como historia fantástica, a caballo entre la ciencia ficción y el terror, pero también como metáfora o correlato de un trauma de pérdida completamente real. Para mí, ahí es donde radica la genialidad del libro: conseguir que la aventura física y la interpretación psicológica avancen y funcionen simultáneamente, se refuercen en lugar de debilitarse.

Lo admito, he sentido envidia leyendo este libro. Me da igual que me cuenten que se trata de un libro "de laboratorio", "de equipo", "marketizado", bla, bla, bla. Las ideas buenas son ideas buenas vengan de donde vengan. Y yo no había leído un libro tan deslumbrante desde hace tiempo. Salamandra o no salamandra.

Se le pueden reprochar muchas cosas, vale. Ambigüedad, cabos sueltos, incoherencias, falta de definición de personajes, homenaje-plagio descarado de cierta película de Steven Spielberg, el que mucho abarca poco aprieta, etcétera. Pero todas esas sombras está recompensadas con creces por las luces de la novela. Que son, lo repito: 

El libro está muy bien escrito. Parece una obviedad, ¿no? Pues no lo es.

El argumento es muy original. Ídem.

Es emocionante y emotiva, al menos para quien esté dispuesto a despojarse de su escudo mental de "nomecreonada" y entrar con la guardia baja en la historia.

Recomendar un best-seller es una tontería, ya lo sé. Así que no lo recomiendo. Lo único que digo es que últimamente me despierto más contento por las mañanas, sabiendo que la buena fantasía para adultos existe y algunos editores están dispuestos a apostar por ella.


7 comentarios:

  1. No sabía que habían traducido ya el libro. Tengo que hacerme con él

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  2. Pues sí, concretamente traducido por José Manuel Álvarez Flores para Salamandra. Está en todas las librerías ahora mismo, en el mejor rinconcito de la mesa de novedades. No tiene pérdida.
    Eso sí, le han calzado una portada mucho más sosa que el original inglés.

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  3. ¿Qué tal la traducción? Es una pena que la riqueza del título en inglés, y de la portada, se haya perdido :(

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  4. No he leído el original y no sé si la traducción pierde matices, como sucede por ejemplo con el título (como dice Manuel de los Reyes en su crítica, Raw Shark Texts suena parecido a Roschard Test, el famoso test de interpretación de manchas, y allí aprovecharon esa idea para la portada).
    Yo diría que es una buena traducción, de todas formas.

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  5. He aguantado 50 páginas. Menudo rollazo. Solo sirve para dormir con más ganas.

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  6. El libro es bueno
    Venia de leer los innombrables, la catedral del mar y el ... del viento y por fín encuentrio un LIBRO
    Hacia años que no leía cosas frescas y originales ....
    RECOMENDADO para los que crean que la literatura esta viva, para los que desean hacer navegar la imaginación.

    Es cierto qur para un lector "joven" la primera parte , se hace un poco lenta, pesada y de difícil lectura.
    Me sobraron los intentos de poesia visual, a vces en inglés y a veces en catellano (¿un error?

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  7. Es un libro excepcional, chirría un poco el final, pero está muy bien escrito, es muy original y es un libro muy difícil de escribir, y sí, es verdad, le falta un poco de tensión narrativa, pero no hay que confundir tensión narrativa con la buena narrativa.
    Soy hiperactivo y necesito esa tensión en las novelas pero no siempre es garantía de buena literatura.

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