Los fantasmas siempre vuelven para hacernos sentir culpables de algo. Puede ser algo que hicimos o algo que no hicimos. Puede que nuestro pecado esté relacionado con la persona muerta o puede que no. La misión del fantasma, en todo caso, es despertar los recuerdos más profundamente enterrados en nuestra conciencia, empujarnos con una linterna en la cueva donde no querríamos volver a adentrarnos jamás.
Todos los personajes de Lo que perdimos tienen algo que ocultar. Lisa, la vendedora de discos; Kurt, el vigilante del centro comercial; sus hermanos, sus padres, sus compañeros. Incluso la pequeña Kate, la adorable niña de la portada, esconde un misterio que no comprenderemos por completo hasta el final. Y me refiero a la última página del libro; porque este es uno de esos libros que asume a rajatabla el concepto de intriga y la mantiene en suspenso hasta el último renglón, guardándonos un buen puñado de sorpresas para el trecho final del camino.
Cómo me gusta esta manera de narrar en la que parece que la historia se desmigaja, salteada de divagaciones, amenaza con perderse entre conversaciones y relaciones colaterales sin (aparentemente) mucho sentido, para luego ir anudándose en un único hilo, fuerte y coherentemente dirigido hacia el desenlace. Está claro que Catherine O'Flynn domina la técnica del "sembrar y recoger", según la cual puedes hacer creer al lector-espectador cualquier cosa con tal de que lo hayas avisado antes. Y encima tendrá la sensación de que no podía ser de otra manera. El objetivo es conseguir sacarle el tan satisfactorio "a-há, claro, ¿cómo no me había dado cuenta?".
Pero lo mejor de Catherine O'Flynn no es su dominio de la intriga, sino la construcción de personajes, gente tan cercana que nos podría resultar aburrida si no fuera por el amplísimo abanico de recursos emocionales que O'Flynn despliega para que nos impliquemos con ellos, para que nos importe lo que les pasa por la cabeza o les ensombrece el alma. Personas normales que solo aspiran a estar orgullosas de sí mismas y de la vida que llevan: la épica del mundo real.
Reconozco también que el libro me ha impactado porque se mueve exactamente por las coordenadas de género por las que me gusta pasearme a mí cuando escribo. No estoy seguro de cómo se podría denominar está clase de literatura, y no me apetece inventarme etiquetas, pero si hubiera que ordenar una estantería ideal yo intentaría persuadir al librero para que colocase Rojo alma, negro sombra lo más cerca posible de Lo que perdimos. Por ejemplo.
A la espera de tu nueva novela, me entretendré leyendo 'Lo que perdimos'. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarBueno, yo de momento me conformo con Rojo alma, negro sombra.
ResponderEliminarGracias. Lo cierto es que "Lo que perdimos" tiene unas cuantas similitudes (de argumento, de tono) con "Rojo alma". Casi estoy viendo la fajita promocional: "Si te emocionó Lo que perdimos, Rojo alma, negro sombra te estremecerá". O así.
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