Resultado: si algo de lo que yo escribo merece la pena, seguro que me ha salido durante esos ratos silenciosos de madrugada.
Porque la forma ideal de escribir, mantengo, es sin música.
¿Qué sucede, entonces? Que no somos cartujos. La vida diaria del urbanita actual (y más la del papá urbanita) está llena de ruidos, distracciones, obligaciones y compromisos horarios. En mi caso la burbuja no dura más de una hora y media, con suerte dos horas. Luego estalla y se precipita sobre uno la avalancha de interrupciones. Ahí es donde entra en juego la música.
La música es una barrera. ¿Por qué Stephen King escribió sus primeras novelas con música de AC/DC a todo volumen? Porque vivía en un trailer. Con dos hijos. ¿Os lo podéis imaginar? Apuesto a que dejó de escribir con heavy metal en cuanto pudo comprarse su famosa casita de Bangor, con un estudio bien apartado del mundanal ruido.
La música, también, es un diapasón emocional. Cuando nos sentamos delante del ordenador, cansados al final de la jornada o aprovechando un rato tonto después de comer, poner una determinada música puede ayudarnos a coger el tono adecuado, a sintonizar con el drama y la atmósfera de nuestra historia.
Emilio Bueso ha confesado en este mismo blog que escribe en compañía de Alice Cooper. Y de gentuza peor, estoy seguro. Yo no podría. Ni siquiera en las escenas más sangrientas y tormentosas. No puedo escribir con la adrenalina disparada por mi sistema nervioso. En mi caso, el rock es un buen acompañante para hacer jogging por el parque y pensar las ideas, pero no para ponerlas sobre un papel.
Para el acto de escribir, me va un rollo mucho más blandito: Clint Mansell, Airlock, Thomas Newman, Philip Glass, Wim Mertens.
Ahora que me doy cuenta, últimamente estoy pasando una fase minimalista, tanto en lo músical como en lo literario. Hum, tendré que consultarlo con mi psiquiatra.
Mientras tanto, emularé al maestro y me aplicaré medicina de la buena:
Vaya, el título de tu post me ha hecho pensar.
ResponderEliminarConfieso que cuando leo, prefiero hacerlo sin música (aunque he pasado por etapas contrarias, por ejemplo no puedo dejar de relacionar "Ojos de fuego" de King, con el LP "Force majeure" de Tangerine Dream. Ay, mis años de juventud...) Sin embargo, desde hace unos cuantos lustros prefiero leer sin música, me desconcentra. Además no siempre se adecúa al tono de lo que lees y me acaba sacando del libro.
Pero, ah misterios, a la hora de escribir suelo poner música "inspiradora" (y no me refiero a esa mierda de Alice Cooper que usa Emilio, qué macarra es, por favor).
Es más, a veces dejo que sea la música la que me guíe. Si tengo que escribir un pasaje triste, pongo determinada canción en repeat y la dejo sonar de fondo hasta que tengo que cambiar de registro. Lo cierto es que cuando me enfrasco en la escritura ni siquiera la oigo, ni me entero de que está ahí, pero me proporciona el tono y la ambientación adecuada para escribir.
Otra razón que tengo para escribir con música es que he de enmascarar el sonido ambiente. Yo soy incapaz de escribir a esas horas tan tempranas, mis neuronas necesitan mucho más tiempo para despertar. Cuando escribo suele ser por la tarde-noche y me veo obligado a hacerlo en el salón de casa, mientras mi mujer ve "Mujeres desesperadas" y mi hija organiza saraos por teléfono con sus amigotas. El jaleo es importante, así que no me queda más remedio que ponerme los auriculares y rezar para que no griten demasiado en la tele o mi hija no discuta a gritos sobre qué concierto ir a ver (me temo que tiene los mismos gustos pervertidos que Emilio). Lo cierto es que a veces soy capaz de seguir las desventuras de las chicas de Wisteria Lane de fondo, mientras describo evisceraciones varias (sin que ambas cosas estén relacionadas, creo).
Pero, lo cierto es que para escribir sí utilizo música (incluso en condiciones de soledad y tranquilidad, si algún raro día se dan) pero para leer, no. Oye, qué misterio más insondable...
Uf, eso ya me parece demasiado: poner música "temática" según el tipo de pasaje que estés escribiendo. Eso te convierte en una especie de escritor disc-jockey, ¿no?
ResponderEliminarYo prefiero ambientarme con un fondo de sutil tensión constante, sin grandes altibajos. Por eso tampoco son recomendables algunas bandas sonoras de películas, que de repente se disparan con las escenas de acción.
En una cosa estamos de acuerdo, David: la televisión es el mayor enemigo para el escritor.
Vaya, acabo de entrar en My space de Clint Mansell y me ha sorprendido este intérprete.
ResponderEliminarNo lo conocía y mola. A ver cómo se porta el e-mule.
Yo también huyo de crear una banda sonora ad hoc mientras escribo y tiendo a utilizar la música como tú, como fondo sin estridencias, para rellenar. Pero admito que no utilizo el mismo tema en un momento de tensión o en uno depresivo.
El Clint Mansell éste puede ser bastante socorrido y venir bien. Lo probaré. Ahora, al que no soportaría es al Wim Mertens y su tirirí, tirirí, tirirí, tirirí.