Entrevistar a un escritor es difícil. Con la posible excepción de Boris Izaguirre, los escritores son tipos tan sosos y normales como cualquier hijo de vecino, pero eso sí, con el potencial necesario para convertirse en extraordinariamente tediosos y plomizos ante las preguntas del entrevistador adecuado.
Hace unos días Lorena Berdún hizo una larga entrevista a Carlos Ruiz Zafón en su programa "Balas de plata", a las tantas de la noche. El esfuerzo de haber aguantado al invitado anterior y los interminables bloques de publicidad estaba a punto de caer en saco roto cuando finalmente Zafón, por iniciativa propia, dijo algo que captó mi interés.
En realidad se trataba de una idea que él ya ha repetido en otras entrevistas, y que aquí desenvainó de nuevo con intención polemista ante la frustrante indiferencia de la entrevistadora: la idea es que la mejor narrativa de los últimos cincuenta años se ha producido en el mundo de la televisión y el cine norteamericanos. Osea que García Márquez, Salinger, Grass, Calvino, Wolfe, King, Ishiguro, Saramago, Carver y todos los grandes escritores contemporáneos que nos puedan venir a la mente no son nada en comparación con los buenos guionistas de Hollywood. Toma ya.
El caso es que yo estoy bastante de acuerdo. Pero molaría que alguien más cualificado que yo le enmendara la plana a Zafón, aunque solo fuera por darle el gusto de discutir.
Todo esto tiene que ver con el eterno y falso dilema entre escritores de argumento y escritores de estilo, lo que Rafael Reig escenificaba como una esperpéntica guerra civil en su Manual de literatura para caníbales:
En realidad se trataba de una idea que él ya ha repetido en otras entrevistas, y que aquí desenvainó de nuevo con intención polemista ante la frustrante indiferencia de la entrevistadora: la idea es que la mejor narrativa de los últimos cincuenta años se ha producido en el mundo de la televisión y el cine norteamericanos. Osea que García Márquez, Salinger, Grass, Calvino, Wolfe, King, Ishiguro, Saramago, Carver y todos los grandes escritores contemporáneos que nos puedan venir a la mente no son nada en comparación con los buenos guionistas de Hollywood. Toma ya.
El caso es que yo estoy bastante de acuerdo. Pero molaría que alguien más cualificado que yo le enmendara la plana a Zafón, aunque solo fuera por darle el gusto de discutir.
Todo esto tiene que ver con el eterno y falso dilema entre escritores de argumento y escritores de estilo, lo que Rafael Reig escenificaba como una esperpéntica guerra civil en su Manual de literatura para caníbales:
Los monárquicos detestaban el argumento. Les parecía chabacano, algo propio de las novelas rosa o de las novelas del Oeste. Los republicanos, en cambio, no toleraban las novelas en las que no pasa nada.(Por cierto que el monarca despótico respondía al nombre de Xavier I y no era otro que Javier Marías. Reig pensó que el autor madrileño encajaría la parodia con sentido del humor, pero resultó que no.)
Está claro que Ruiz Zafón escribe y defiende las novelas en las que sí pasan muchas cosas. Y está más claro todavía que esas son las novelas que encandilan al público masivamente, por más que los críticos se rasguen las vestiduras. Más aún, Ruiz Zafón es un autor de género, no realista, y no se le caen los anillos en reivindicar productos del más puro entretenimiento hollywoodiense como Aliens, de James Cameron.
La entrevistadora no hizo ningún comentario. Le pareció la cosa más normal del mundo. O a lo mejor pensaba que James Cameron era un autor culto de la nouvelle vague.
Yo estuve a punto de soltar la lagrimita.