sábado, 19 de julio de 2008

La era de las mutaciones


Interesantes artículos en el Babelia de ayer sobre la supuesta muerte de la ciencia-ficción, y en concreto la ciencia-ficción escrita en nuestro país. Destaco sobre los demás el firmado por Ricard Ruiz Garzón, y cuyo título anticipa el diagnóstico y al mismo tiempo la cura para la "enfermedad".




En palabras de Javier Negrete: "El género puro está obsoleto, suena freak".

En palabras de Elia Barceló: "Aunque los nostálgicos protesten, hoy manda la fusión, la hibridación, la búsqueda libro a libro.  Y si para eso hay que ir a editoriales generalistas, se hará, le guste o no al fandom".

Hibridación, mutación, decir adiós al género puro. No por casualidad la mayoría de los autores que inundaron la década de los noventa con buenas novelas de ciencia ficción (Marín, Negrete, Arsenal, Aguilera, etc) se han disgregado en los últimos años a la caza de horizontes (y públicos) más amplios. ¿Se les puede acusar de oportunismo? ¿Es que se exige que los autores firmen un pacto de sangre con un determinado género al comienzo de su carrera y le permanezcan fieles para siempre?

Las etiquetas nunca han ayudado a nadie. Ni siquiera a los libreros. Las estanterías con carteles genéricos cada vez son más estrechas y se esconden en los rincones menos transitados de las librerías. Las editoriales especializadas pierden porcentaje de escaparate y de ventas, pero el género no ha muerto. Simplemente se ha comprado un traje nuevo y se ha mudado de casa, a las editoriales generalistas. Y estoy hablando de todos los géneros, porque en esto formamos una especie de hermandad de huérfanos: ciencia ficción, terror, fantasía. La novela negra hace tiempo que hizo la mudanza, como un hermano mayor, y su vida próspera en al otro lado de la frontera mainstream ha demostrado a los demás que es posible, que no existe ninguna obligación de quedarnos atrapados en el gueto durante el resto de nuestros días.

No es culpa de la televisión, ni de los videojuegos, que supuestamente mantienen pegados a la pantalla a quienes antes se gastaban su dinero en literatura de género. Creo que esa clase de explicaciones demuestran bastante poco respeto por los lectores, por cierto, y son una patraña de la industria y de los autores para eludir su propia responsabilidad. Pero sí que existe una semejanza con el cine:  el espectador/lector se ha vuelto exigente, ya no tiene la misma ingenuidad que hace veinte o treinta años. Se las sabe todas, y hay que hablarle en un nuevo lenguaje. Pero eso no significa que no quieran escuchar historias de platillos volantes, de monstruos primigenios o de magos legendarios. Siempre habrá un público para la fantasía, si se sabe contar con las palabras de cada tiempo, y no con palabras prestadas del pasado.

Julio Verne fue un visionario. Hoy es lectura de iniciación para niños. Que cada cual saque sus conclusiones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario