Es que no me resisto. Hay una película genial de Rob Reiner titulada This is Spinal Tap que cuenta a modo de falso documental las vicisitudes de un grupo heavy de los ochenta. La película no fue estrenada aquí, pero tuvo tanto éxito en Estados Unidos que el grupo inventado con el nombre de Spinal Tap llegó a dar auténticas giras de conciertos. Es conveniente advertir de que se trata de una comedia, una parodia bastante cruel de todos los grupos heavies de aquella década, a pesar de que la realidad supera muchas veces a la ficción y ya resulta imposible distinguir entre la parodia y el original.
Por ejemplo, lo de Metallica con su último disco, Death Magnetic. Resulta que la banda americana ha entrado en el juego que se traen algunas discográficas de rock duro para competir a ver quién suena más alto, con la consiguiente pérdida de calidad de la grabación, y el resultado de un sonido más empastado y tosco.
La tontería es de una magnitud tan grande que me ha recordado a una escena concreta de This is Spinal Tap, en la que el guitarrista enseña con orgullo sus amplificadores "que suben hasta el once" de volumen, es decir, un punto más cañeros que el resto de los altavoces del mundo, según su lógica, porque sólo llegan hasta el diez.
Por cierto, el nuevo disco de Metallica está muy bien.
Pero la película es todavía mejor.
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