sábado, 20 de septiembre de 2008

Viva el intrusismo



Todas las antologías de la literatura fantástica española son esforzados tapices hechos de retales sueltos, de intrusiones en el género por parte de autores que no tenían nada de fantásticos, sino a veces todo lo contrario. Si no fuera por ellos, y por esos rarísimos arrebatos mágicos que les acometieron, la historia de la literatura española sería prácticamente un monólogo del realismo.

No tenemos un solo autor que se hayan dedicado exclusivamente al género fantástico. Lo más cercano a eso serían Bécquer, Cunqueiro o Perucho. En una antología encontramos joyas aisladas como los cuentos De los archivos del trasgo, de Rafael Dieste, y creaciones fascinantes como La bomba increíble de Pedro Salinas. Pero no existe sensación de unidad ni de continuidad. No hay escuela fantástica española.

Incluso ahora, cuando una editorial decide lanzar una colección homenajeando a mitos de la literatura fantástica como Drácula, Frankenstein o el hombre lobo en nuestro país, no tiene más remedio que recurrir a autores a los que jamás se les habría ocurrido trabajar con semejante material. No es el caso de Pilar Pedraza o de José María Merino, por supuesto, ni el mío (que todavía me froto los ojos al verme figurar entre ellos), pero se adivina la intención provocadora o desfantastificadora del editor al proponérselo a escritores como Mañas, Menéndez Salmón o Martín Garzo. Del resultado yo no puedo hablar porque soy parte implicada, pero estoy seguro de que a muchos lectores les resultarán más sugestivas estas intrusiones en el terreno fantástico de autores ajenos que otros relatos más puros surgidos dentro del género. Y si me equivoco, no pasa nada, yo también salgo ganando. 

La duda que me planteo es: ¿es positiva la experimentación fantástica proveniente de autores realistas (o posmodernos, o simplemente inclasificables) para acercarnos al objetivo de la necesaria renovación del género? Atendiendo a lo que sucede en otros países yo diría que sí: Palahniuk, McCarthy, Houellebecq, Murakami. Pero, ¿es suficiente? Seguramente no: no hasta que ciertos nombres se consoliden y permanezcan en el género, lo transformen desde dentro como hicieron Lovecraft y luego Stephen King con la literatura de terror.

Mientras esos nombres llegan, sin embargo, sean bienvenidas todas las intrusiones al territorio fantástico. Pero es una broma, claro: no existe tal cosa como el intrusismo en literatura, no existen terrenos acotados ni propietarios más legítimos que otros de la ficción. Cada obra habla por sí misma, y se coloca a un lado u otro sin que importen la biografía o la bibliografía del autor. 

Además, cada vez que cerramos una puerta al mundo nos quedamos más atrapados. Y está bien darse una vuelta por ahí fuera de vez en cuando.


2 comentarios:

  1. ISMAEL DIXIT "No es el caso de Pilar Pedraza o de José María Merino, por supuesto, ni el mío (que todavía me froto los ojos al verme figurar entre ellos), pero se adivina la intención provocadora o desfantastificadora del editor al proponérselo a escritores como Mañas, Menéndez Salmón o Martín Garzo. Del resultado yo no puedo hablar porque soy parte implicada"

    No te preocupes, yo hablaré por ti. Pero si lo hacen bien también lo diré (soy más buena que mala, pero también soy muy crítica)

    ¡Saludos!
    Anika

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  2. ¡Lo hacen bien, muy bien! No quería insinuar lo contrario. Lo que quería subrayar era la actitud arriesgada del editor, al buscar nombres en principio tan opuestos al género.

    En todo caso, tus críticas siempre son un honor y me alegro mucho de verte por aquí, Anika.

    Saludos
    Ismael

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