(Think, de Nathan Sawaya)
Crisis + e-book = psicosis editorial generalizada.
El asunto del futuro del libro como soporte está tan omnipresente (aquí, aquí, aquí...) que al final yo también me he dejado invadir por la paranoia. ¿Estaré preparándome adecuadamente? ¿Me quedaré tirado en la cuneta de la revolución digital? ¿Debería colgar mis libros en formato pdf o en mobipocket?
En todas partes está la discusión sobre los cómos, los cuándos y los pordóndes del e-book, pero todavía no he oído a nadie preguntarse de qué tratarán los e-books.
Parafraseando a Bill Clinton, me dan ganas de darme una colleja a mí mismo y decirme: ¡Déjate de bobadas, lo que importa son las historias, estúpido! Lo que esos libros cuentan, el contenido que viene entre sus tapas o entre sus bytes será siempre la madre del cordero. Aventuras, romances, terror, historia, emoción. Esas son las únicas cosas en las que deberíamos pensar los escritores. Y en ese sentido, podemos respirar tranquilos: las historias nunca cambian. O siempre cambian. Pero no por culpa del medio de reproducción.
¿Los grupos de música componen canciones de manera diferente ahora que ya no existen los vinilos ni los CDs? No. Porque la única manera de componer una canción es coger un guitarra y empezar a probar acordes.
La única manera de escribir una historia es coger un papel y llenarlo de frases. Sujeto, verbo y predicado. Personajes, acción, resolución. Ser un buen o un mal escritor se dirime en el único ring del papel y el bolígrafo.
Después, cuál sea la mejor manera de envasar esas historias y venderlas es un asunto que nos afecta a los escritores de la misma manera que nos afecta la llegada de la gripe invernal. Puede que nos pille y lo pasemos mal, pero no hay mucho que podamos hacer al respecto. Las vacunas no te garantizan nada.
Por lo tanto, que no cunda el pánico. Cuando los técnicos informáticos, editores y vendedores de electrodomésticos del mundo hayan encontrado su piedra filosofal, en forma de e-book o semejante, se tropezarán con que entonces tienen que volver a la casilla de salida: las historias. Alguien deberá llenar de buenas historias sus nuevos juguetes.
Mientras tanto, el que quiera convertirse en un buen escritor no debería perder la vista mucho más allá de las cuatro esquinas de su folio en blanco. Bastante trabajo tenemos con eso.
Llevas razón al decir que escribir seguirá siendo escribir. Pero el e-book traerá nuevas ideas, nuevas posibilidades para las que debemos estar preparado. No sé. Yo sólo veo ventajas. Claro, los libros malos seguirán hundiéndose y los buenos elevándose como globos.
ResponderEliminarPues yo creo que las ventajas del e-book sobre el libro de papel no son tan claras como las ventajas de los iPods y la música digital sobre los discos físicos.
ResponderEliminarTambién creo que es falso ese hipotético mercado que se abre a los autores inéditos para que pongan sus obras directamente a disposición de los lectores: siempre harán falta editores y editoriales que filtren y sirvan de orientación y garantía para el lector.
Eso sí, los autores tendremos que luchar para que el porcentaje de beneficio se adapte proporcionalmente a la desaparición de intermediarios: distribución, librerías.
Pero en lo que se refiere a la forma de contar historias... no veo que el boom de los keitai shousetsu japoneses se imponga en el resto del mundo, por ejemplo.
Pero quién sabe.
"los libros malos seguirán hundiéndose y los buenos elevándose como globos"... Un mundo hermoso sería ése.
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