viernes, 2 de enero de 2009

Cuchilla


Te dejaste la cuchilla de afeitar en el borde del lavabo y tu hijo de tres años la cogió para imitarte. Se hizo un corte en el labio. Nada serio, apenas un milímetro de carne abierta y sangrante. Vino gimoteando y diciendo: “Perdona, papá”. Porque sabía que algo estaba mal, una línea roja había sido traspasada y sentía que era culpa suya, solo suya. Nada más que una minúscula gota de sangre; pero aquella gota lo contenía todo. Todos los errores de todos los padres, todas las heridas de todos los niños, todas las miradas culpables y todos los perdóname cuando ya es tarde. La oscuridad se asomó ese día por el filo de tu cuchilla olvidada en el borde del lavabo, y desde entonces vive alojada en una esquina inferior del espejo, de todos tus espejos.

2 comentarios:

  1. Aunque lo parezca, esto no es publicidad del último libro de Santiago Eximeno, "Bebés jugando con cuchillos".

    Aunque bueno, ya de paso le hago publicidad. Es muy bueno, compradlo.

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