No hay nada menos glamouroso que un escritor en ropa de faena. Osea, batín fucsia, zapatillas viejas y gorro de lana para el invierno. Por supuesto, sin afeitar. Es el cliché que encarna Michael Douglas en Jóvenes prodigiosos (Wonder boys, 2000), pero que no es ningún cliché. Con la posible excepción de Ray Loriga, sospecho que todos los escritores lucimos un aspecto cotidiano igualmente deplorable. Es lo que tiene trabajar en casa, donde tu familia ya te da por perdido y el único ser del mundo exterior que puede juzgarte es algún fontanero ocasional.
Tampoco es que al salir a la calle mejoremos mucho. En mi barrio vive Rafael Sánchez Ferlosio, y sólo con verle pasar uno sabe que se trata de un genio, de alguien absolutamente volcado en su mundo interior. Por decirlo de alguna forma. En los suplementos y revistas de literatura no predominan las fotos de bellezones. No me gustaría estar en el pellejo del portadista del Qué leer, con la misión de encontrar cada mes una cara guapa (o al menos potable) para atraer al lector. Y para colmo es un mundo dominado por hombres.
Gracias a la biblioteca municipal de mi barrio, provista de una rancia e interesante videoteca, he podido revisar esta película que tanto me fascina y no sé muy bien por qué: Jóvenes prodigiosos. Bueno, sí lo sé. Me imagino que soy Michael Chabon (antes de ganar el Pulitzer) y suena el teléfono de mi casa. Me acerco con mi batín fucsia al teléfono y respondo; apenas me sale la voz, es la primera vez que hablo con un ser humano en todo el día. Se trata del productor Scott Rudin, y me dice que quiere adaptar mi novela Wonder boys con Michael Douglas en el papel principal, Tobey Maguire, Robert Downey jr., Frances McDormand y Katie Holmes. El director será Curtis Hanson, y de la adaptación no me tengo que preocupar porque se encargará Steven Kloves. Ah, sí —añade antes de que pasemos a hablar de los millones que voy a cobrar por los derechos—, y la canción de la película la hará Bob Dylan. Entonces yo hago como que me lo pienso un poco y digo: hmm, okay, deal.
La escena no ocurrió exactamente así (Chabon es demasiado cool para llevar batín fucsia), pero responde a mi sueño imposible en lo que se refiere a adaptaciones cinematográficas. Sobra decir que en España no hay ningún Scott Rudin, ni Michael Douglas, ni Bob Dylan. Ni siquiera un Steven Kloves. Pero yo tampoco soy Michael Chabon, así que supongo que estamos en paz.
Jóvenes prodigiosos es una película divertidísima sobre todo por el personaje de Grady Tripp que interpreta Douglas, un escritor que sufre lo contrario al bloqueo creativo, es incapaz de dar por concluida una novela que ya va por la página 2532, acaba de ser abandonado por su mujer, su amante se queda embarazada, su mejor alumno se pasea por el campus con una pistola, su editor bisexual se presenta en casa para interesarse por el avance de su libro... Como véis, una historia poblada de bichos raros. Los brillantísimos diálogos de Steven Kloves le merecieron una nominación al Oscar, aunque no sé hasta qué punto hay que agradecérselos al propio Chabon, puesto que la novela —que yo sepa— nunca ha sido traducida. Una pena.
Iba a colgar aquí el increíble videoclip de Bob Dylan (él sí ganó el Oscar) para terminar, pero la compañía Sony no me deja, malditos sean. Ánimo, la canción bien merece el esfuerzo de un click.
People are crazy and times are strange
I'm locked in tight, I'm out of range
I used to care, but things have changed
Ya sé qué voy a regalarte estas Navidades y de qué color.
ResponderEliminarSorry. A mí la película me pareció un rollazo increible.
ResponderEliminarInsufrible. O me pilló un mal día o Chabon no me llena.
Eso sí, el batín mola y yo también quiero uno así.
Afortunadamente no vemos qué es lo que lleva puesto el autor los días de mucho, mucho calor...
¿Cómo escribes tú el mes de agosto?
Vaale, estoy dispuesto a quitar el superlativo de "divertidísima" y dejarlo en simpática. Pero mantengo que tiene unos diálogos geniales.
ResponderEliminarQue yo sepa, tú eres el que se encierra a escribir en agosto intensivamente, así que, cuenta, cuenta: ¿qué llevas puesto?
Gracias, anónimo, te pondré en los agradecimientos de mi próxima novela. Y si no me publican, al menos tendré un batín nuevo.
ResponderEliminarHola, Ismael. Gracias en primer lugar por tu rigurosa reseña de El hermano de las moscas.
ResponderEliminarYo también soy un fan de esta película. Y la novela sí está disponible en castellano. La publicó Anagrama hace unos diez años con el título de Chicos prodigiosos.
Un saludo.
Encantado de saludarte, Jon. Me alegro de que no te hayas enfadado por alguna pedrada que te tiro alegremente en la reseña. Creo que queda claro que el libro me gustó y me sorprendió mucho.
ResponderEliminarPor cierto, estuve a punto de pasarme por la librería Tres Rosas cuando presentaste aquí los cuentos, pero al final no tuve a quién dejar los niños y me quedé con las ganas. Espero que nos tropecemos en alguna otra ocasión (pero no en la final de un concurso literario).
Gracias por comentarme lo de Chabon en Anagrama; con razón no la encontraba, con ese título.
Saludos.
Las pedradas no han hecho sangre, Ismael. Yo también espero que coincidamos en alguna ocasión.
ResponderEliminarUn saludo.